CRÓNICA

Los jóvenes, futuro del país, también son desplazados forzosamente

UNA OPORTUNIDAD PODRÍA CAMBIAR SUS VIDAS

El fenómeno de la migración forzosa en Colombia no sólo es de hogares, clanes o grupos, también se vive de manera individual, lo viven los jóvenes, que en ausencia de oportunidades buscan lograr sus objetivos y mejorar la calidad de vida de sus familias de formas equivocadas y poco convencionales contemplando opciones como el narcotráfico donde su vida útil no sólo es corta sino peligrosa.


Cuando se habla de migración, por lo general, se piensa en el movimiento permanente de personas de un sitio a otro con destino final. Sin embargo, es una de las formas de tránsito humano que involucra la necesidad de estar constantemente cambiando el lugar bien sea de residencia, trabajo y estudio; lo anterior, acompañado regularmente, por procesos que van desde la voluntad propia hasta estar obligado por diferentes condiciones personales o sociales como el desempleo, discriminaciones raciales, e intimidaciones, pero generalmente, por no decir siempre, es producto de la violencia.


Si hay algo sobre lo que se ha escrito y se continuará escribiendo es acerca del narcotráfico y el conflicto armado en Colombia y las secuelas que este ha dejado como el desplazamiento forzado, sin embargo, lo que se vive en este mundo solo puede sentirlo y contarlo los protagonistas que lo padecen.

Entre muchas historias para escuchar y recopilar es la que sufre hoy *Robinson un joven de escasos 18 años quien ha experimentado una vida diferente a la que normalmente debería vivir un joven de su edad. *Urabá, región antioqueña de riquezas agrícolas, con entrada a puerto y bañada por las aguas del mar es también una zona de conflictos armados, narcotráfico y guerra de poderes.

En medio de un jugueteo nervioso con sus manos y la evasión de su mirada comienza comentando su relato… “mi nombre es Robinson y vengo de Urabá de la ciudad de *Necoclí”… Verlo produce un sentimiento de ternura; su rostro amable, su tez morena y su sonrisa forman una mezcla de buenas sensaciones en conjunto con su pinta bien puesta e impecable, en ese instante nadie alcanzaría a imaginar la carga que lleva a cuestas y menos lo que ha experimentado en su corta vida.

Llegó a Medellín hace unos meses, huyendo de las dos consecuencias que deja el narcotráfico: “la muerte y la cárcel”. Las personas para las cuales trabajaba se “torcieron” narra Robinson, y como resultado de esa decisión les mataron a todos sus seres queridos y cercanos: padres, hermanos, tíos, amigos… todos murieron masacrados a acusa de su actuación. Ahora, las víctimas se encuentran fuera del país con el temor de volver y Robinson antes de terminar como los familiares de sus jefes decide huir.

Trabajó para estas personas cerca de tres años, comenzó cuando tan solo tenía 15 años y mientras sus compañeros de estudio salían de clase a hacer tareas o a patear un balón de fútbol él estaba de acompañante de los “duros”, haciendo los mandados y aprendiendo del oficio, porque lo único que quería era “la plata fácil y rápido para comprarle una casa a su mamá y darle lo que ella necesitaba”, sin pensar, que ella mientras tanto sufría moralmente su ausencia y lo que menos deseaba era una casa fruto de este trabajo con el cual nunca estuvo de acuerdo.

Robinson, nunca guardó un peso de lo que su labor le generó, porque no lo creyó conveniente, porque lo importante en esta vida y lo aprendió de sus jefes era el de “pantallar”, estar bien vestido, los mejores tenis, las camisas más costosas, de marca; ahh! y la motocicleta de alto cilindraje para que las niñas que le gustaba se fijaran más fácilmente en él. Ahora, le parece difícil tener que depender del trabajo de su familia donde fue a refugiarse, pero ellos, en especial su madre, lo recibió como si hubiera estado perdido o hubiera llegado de un largo viaje, y en lugar de reclamos y rabietas, le extendió sus manos y le cobijó con un caluroso abrazo; no importaba que llegara de sorpresa, sin regalos, porque para ella, él, su hijo, era su mejor regalo y tenerlo de regreso era su mayor anhelo.

Son muchos los sentimientos que esta situación le ha dejado, pero lo que más ha sentido es tristeza, porque cree que ha perdido tiempo que no podrá recuperar, y no podrá recoger los frutos de lo que sembró, porque todo cayó en tierra estéril o simplemente el viento se lo llevó, tal como las promesas que le hicieron los jefes mientras estuvo con ellos. Robinson piensa que de no haber sido por las circunstancias que lo llevaron a alejarse estaría allí todavía, pero todo esto por algo sucedió, comenta.

Qué quiero hacer ahora con mi vida? (se sonríe, sorprendido, sin saber que decir), pues una oportunidad, -mueve sus manos sin saber dónde ponerlas, y sigue sonriendo- yo quiero estudiar, salir adelante, yo quiero hacer una carrera relacionada con la salud o la producción industrial o agrícola, espero poder ingresar a una institución dónde pueda hacerlo, pero primero debo encontrar un empleo para poder ayudarle a mi mamá. ...Duro porque pasar a ganarme un mínimo y saber lo que yo me ganaba, no es lo mismo, pero toca empezar así. Debo empezar una nueva vida.

El riesgo es que de no encontrar nada de lo que quiere hacer, llegue alguna persona con una oferta tentadora y vuelva a caer, de lo que sí está completamente seguro es que a Urabá, la tierra que lo vio nacer y crecer, no volverá bajos estas condiciones. “yo he hablado con conocidos de allá y me dicen que no venga por acá que esto está todavía muy caliente”, siente dolor porque personas cercanas y por las siente un cariño especial se quedaron por la misma razón por la cual él comenzó, ambición.

“Un aporte?, un mensaje? No sé qué decir; que los jóvenes que estén en esto que se retiren que piensen en sus familias que es lo más importante, el dinero mal conseguido no da tranquilidad, porque la tranquilidad no hay plata en el mundo que la compre. Que sigan adelante, y que nos den oportunidades para ser mejores y poder avanzar.”

Actualmente en Colombia, se han desarrollado algunas iniciativas para mitigar un poco este fenómeno, pero no hay ningún plan o proyecto que lo ataque de raíz. “Los programas que imparta el estado, debe contener la atención sicológica para las personas en situación de desplazamiento o migración forzosa, con el objetivo de ayudarles a enfrentar sus falencias y pérdidas materiales y muchas veces humanas a causa de la expulsión de sus tierras”, así lo plantea la Sicóloga en Salud Ocupacional Angela María Ríos R.

“No existen ni a nivel nacional, ni local registros que den cuenta de esta realidad y mucho menos propuestas para jóvenes o niños en este contexto”. (Fuente: Texto Desplazamiento Forzoso y Migración Humana)

Además de los programas que ejecute el estado es de relevancia el apoyo del sector empresarial, para que en conjunto elaboren estrategias dirigidas a las personas en condición de desplazamiento y de esta forma puedan tener oportunidades laborales que les permita la recuperación de sus hogares, la estabilidad sicológica y la resocialización de manera que se sienta útil y pueda integrarse al desarrollo del país y salir del marginamiento al que estuvo sometido por las circunstancias.

*Nombre y Lugares cambiados por solicitud del entrevistado.

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